En Noviembre de 2019, cuando la perspectiva de una pandemia mundial aún sonaba a ciencia ficción, me encontraba en Madrid subiendo a un avión rumbo a Riga, capital de Letonia.
He de reconocer que solo unas semanas antes, mi conocimiento sobre los Países Bálticos se limitaban a saber sus nombres de carrerilla (tal y como los había aprendido en la escuela) y poco más. Los meses siguientes iban a suponer un máster en profundidad no solo sobre la naturaleza del país, sino también sobre sus gentes y costumbres, donde pasaría mi invierno en la Letonia rural.
Durante los siguientes 4 meses me dedicaría al desarrollo del proyecto Wild Baltics de Skua Nature Group, rastreando fauna, realizando fotografias y alguna otra cosa que os contaré.
El viaje
Con las cosquillas en el estómago del que deja atrás su país sin saber exactamente por cuanto tiempo ni lo que le espera, una maleta llena de ropa térmica y una mochila a reventar de equipo fotográfico, me planto en Riga el 18 de Noviembre, día de la independencia Letona.
Después de acomodarme en una habitación modesta cerca del centro de la ciudad, se me pasa por la cabeza acudir a los actos de celebración por el aniversario de la independencia del pais, pero después de pasear maleta y mochila por aeropuertos y estaciones el cuerpo no da para más. Chucrut, cerveza y a dormir, mañana será un día largo.
Aún me esperan 3 horas y media de viejo tren con pinta soviética hasta mi destino en la región de Latgale, en la frontera con Rusia. A medida que me voy alejando de Riga (una ciudad preciosa y con mucho encanto, directa a mi top 3 de capitales europeas) los edificios de hormigón van dejando paso a pequeños núcleos de casitas peculiares y bosque, muchísimo bosque. Por solo 1 euro más voy en clase superior, asi que tengo un viaje cómodo y espacio suficiente para el equipaje, que no es poco.
Va cayendo la noche, y por fin la revisora anuncia que llegamos a Rezekne (o eso creo). Allí me encuentro por primera vez con Eu, que se merece una entrada solo para ella, pero puedo adelantar que a pesar de su altura, tiene más paciencia que todos los santos italianos, y más fuerza también (mental y de la de cargar sacos a la espalda).
Una hora después, termina la odisea báltica y por fin llego a la que será mi casa los próximos meses. Nagli.
Comienza el trabajo
Nagli es un pueblecito curioso. No tengo ni idea de cuantos habitantes puede tener, lo que sé con seguridad es que es dificil ver a más de 3 personas juntas. Cuenta con una escuela cerrada, un depósito de agua enorme herencia de la antigua Unión Soviética, un par de tiendas (donde lo mismo compras galletitas, un pijama o una pala), una pequeña iglesia y un cementerio pintoresco en mitad del bosque.
Allí conozco a la tercera parte del equipo, Andrea, y a pesar de la barrera del lenguaje logramos entendernos (él no habla castellano, y yo aún no había hecho mis pinitos con el italiano).
Imagino que en un lugar tan remoto, un italiano es lo más parecido a un hermano para un español y viceversa, a si que no es dificil estrechar lazos.
A pesar de la novedad de recibir a un nuevo integrante en el equipo, no es momento para celebraciones. A la mañana siguiente comienza la inmersión en la naturaleza báltica, y no podía ser de una mejor manera que de la mano de Andrejs, guía local y colaborador del proyecto con el que recorremos varios kilómetros entre bosque y humedales, donde por primera vez en mi vida puedo observar, aunque a una distancia importante, al enorme pigargo europeo, además de aprender a identificar rastros de algunos de los habitantes de la región, como el castor o el picamaderos negro.
Primer encuentro con el perro mapache
Esa misma tarde por fin llega el momento que tanto estaba esperando, mi primera sesión fotográfica, a solas con la naturaleza. En uno de los acogedores hides (para los no iniciados, esos escondites que nos permiten observar y fotografiar fauna salvaje sin generar más molestias de las necesarias) que el proyecto estaba desarrollando en el área, comienzo una espera de unas 4 horas que me pone por primera vez frente al que será una constante los próximos meses, el polémico perro mapache.
El perro mapache o tanuki (Nyctereutes procyonoides) tiene, como su nombre bien indica, cierto parecido a un mapache, aunque con rasgos de un perro de pequeño tamaño. A pesar de ser un animal de origen asiático, fue introducido en Europa durante los años 40 por el valor de su piel para confeccionar prendas que ayudasen a combatir el frio, y desde entonces no ha hecho más que colonizar territorio, estando presente desde el Cáucaso hasta Francia.
Se considera la especie de cánido salvaje más antiguo que aún existe en nuestro planeta, y sus hábitos son oportunistas, parecidos a los que presenta el zorro, lo que le lleva a alimentarse de cualquier cosa que pueda llevarse a la boca cuando el alimento escasea, ya sean pequeños mamiferos o reptiles, aves, fruta, o basura en nucleos urbanos.
Lo expcepcional de este animal es que, a pesar de su fuerte presencia en muchos paises de centro Europa, es dificil de observar por su caracter crepuscular y nocturno, y su facilidad para escabullirse entre la vegetación y desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, además de tratarse de un animal por lo general desconfiado y siempre alerta.
De ahí que este primer encuentro fuese tan emocionante, aún sabiendo que los próximos meses tendría innumerables oportunidades de verlo y fotografiarlo, esa misma noche volví a casa con varios cientos de fotografias de este pequeño invasor silencioso y rechoncho.
¡Continuará en el próximo capítulo! 🙂
2 comentarios en “Mi invierno en la Letonia rural. Capítulo 1”
Buenos dias Adrian
He visto en esta web que habías estado desarrollando el proyecto Wild Baltics de Skua Nature Group en Letonia y también he visitado la web de Skua y me he puesto en contacto con ellos para poder utilizar y reservar los hides que disponen en Letonia y he quedado sorprendido al responderme que los hides de Letonia no están activos y que me invitan a visitar los Hides de España.
Sin ánimos de molestar, como en esta web tu hablas de hides en Letonia. No se si podrías pasarme algún tipo de información o contacto para poder hacer alguna sesion de hide en Letonia.
Te agradecería cualquier info que puedas pasarme sobre Letonia o incluso de cualquier pais Báltico
Gracias de antemano
Joan Miquel
¡Hola Joan Miquel!
Disculpa que no te contestase antes, estoy de viaje trabajando en un proyecto en Ecuador y a menudo tengo acceso limitado a internet. Te he enviado un correo respondiéndote al mensaje que me enviaste por el formulario.
¡Un saludo!